La primera semana de diciembre nos fuimos al Festival Internacional de Títeres en Santa Cruz, en que participaron los elencos de títeres Elwaky y Caléndula de Bolivia, del Sin Fin (argentina) y Don Eloy, de Colombia.
Luego de temer por varios días que los bloqueos nos impidieran realizar el festival, lo iniciamos con un día de retraso. El verano cruceño nos recibió con una temperatura promedio de 30 grados. Nos alojamos muy cerca del centro, en una zona comercial-turística de esta ciudad de curiosa distribución de anillos concéntricos, donde encontrar y pagar unos cuantos jugos es más difícil de lo que parece, si no sabes adónde ir: lo más lejos del centro posible.
Una semana antes del festival, nuestro principal escenario (CBA) nos canceló por refacciones, y habíamos tenido que encontrar uno nuevo: el museo de arte contemporáneo. Gente muy amable nos recibió allí con lo que pudo, un patio fresco para las funciones y reprimendas por no haber hecho más difusión del evento.
La convocatoria fue modesta, sin embargo el público asistente se conectó con cada espectáculo, participando o conmoviéndose con las siguientes propuestas:
Afiche del festival |
Oscar, el gaucho boliviano, nos enterneció con su historia en guante: “Rolando en el palacio de la tristeza”, que trata de cuánto sentido le puede dar a la vida algo tan simple como el cariño expresado, los abrazos y besos.
Desde Colombia, Carlos nos trajo una obra en marionetas: “El burrito que quería cantar”, con la cual lo conocimos el 2009 en el FITECA (Perú). Esta obra tuvo un ritmo y lenguaje muy distintos al de Oscar, y la idea de fondo de querernos como somos y explorar nuestro potencial. Ambas propuestas se destacaron por su calidad de interpretación y solidez dramática.
Otras dos obras de guante mostraron los grupos bolivianos: “El regreso del lobo feroz” (acerca de las otras versiones de una historia), e “Historias de circo” (acerca de la libertad en el arte), puesta antes en escena por el Sin Fin. Pero la novedad fue “Desde los sueños”, una obra musical de títeres y teatro, en la que un juglar acompaña a un niño en la odisea cotidiana de vivir, y a través de sus conflictos escolares y personales con una nueva amiga, hasta el reencuentro final, con ella y con la vida.
El calor y la humedad cruceños se mezclaron con la amabilidad de la gente que encontramos, con la farándula que intuimos (limusinas-rinoceronte alquiladas por adolescentes para pasear por la plaza principal, muchas tiendas de ropa, la tv…), con las divisiones sociales que comprobamos, con el movimiento cultural que poco a poco contactamos… y en fin con el gran potencial de esta urbe, a la que deseamos pronto volver. Pero por favor, no en verano.
Alexia